“Zaherir con tinta…”

Bismarck Izquierdo.

IMG_0036“Zaherir con tinta es una purga inútil pero compensatoria para el ánimo.”

(Insultar presidentes, el Universal, 19 de enero de 2016, Guillermo Sheridan)

Guillermo Sheridan cita algunos fragmentos de cartas en las que Octavio Paz y Carlos Fuentes “insultan” a los presidentes de su época –Díaz Ordaz y Echeverría– en el marco de las secuelas que dejó el conflicto del 68, y, quienes a su manera y ya gozando de la autoridad y fama generada por su obra, no dejan de ceder al desahogo de lanzar algunos improperios hacia la figura presidencial de aquel entonces. Estas anécdotas me hicieron pensar que un falso elemento de cohesión entre las anteriores y las actuales generaciones es, precisamente, el acto de ofender a las figuras públicas del nivel jerárquico de un Secretario de Estado y el Presidente de la República.

zaherircontinta

Comprendo que el formular descalificaciones de manera verbal o escrita es una forma de desahogarse y hacer partícipe del resto del mundo nuestra frustración y desesperación, empero, los niveles de odio y agresión que hoy se ven en las redes sociales y en las calles, así como la retahíla de sandeces y ocurrencias que a diario uno al menos se ve obligado a digerir me generan preocupación y un poco de lástima, dado el tiempo personal que a diario el habitante de este país invierte a la cultura del desdén. Me sorprendo por el hecho que desde que se institucionalizó este país, decenas de millones de personas habrían sido mejores, más audaces y más sagaces actores políticos que toda la lista de “funestos” personajes que han conformado la clase dirigente que domina nuestro sistema de gobierno. A un grado casi patológico, se cumple con aquel aforismo decía que el mexicano perdona al que roba pero jamás al que triunfa y día a día corroboro esto no sólo en el ámbito gubernamental sino también en los sucesos de la cotidianidad. He escuchado cientos de relatos de entes “superiores” que fueron mejores que la figura popular en turno pero que por azares y decisiones personales prefirieron magnánimamente ceder el lugar a quienes brillantemente encarnan y representan a diversos sectores de la sociedad, sean estos políticos, empresarios, académicos, artistas, deportistas o activistas. Resulta que hay allí afuera miles de personas con enorme potencial y autoridad para cambiar las cosas y mientras no se les dé un espacio u oportunidad para ejercer Poder, habremos de temer y nos habremos de someter a su sentencioso juicio cíclicamente hasta no verles adecuando la realidad a sus convicciones sin importar los medios.

Siempre he sentido animadversión y tirria hacia la gente que hace de la ocurrencia y el insulto una herramienta de activismo político. Ver que sectores numerosos en México se mueven y crean contenidos en torno a esto, me hace dudar de su verdadera “edad mental”, el parangón que se ajustaría a esta conducta sería el actuar de un adolescente: cuestionar y refutar todo sin sentido ni razón.

Ojalá que esto cambie en el futuro próximo, ultimadamente, el tiempo perdido en el ejercicio de zaherir es irrecuperable no obstante el sentido terapéutico que uno le quiera encontrar. En mi caso, prefiero ignorar y omitir pronunciarme a través de insulto, si uno va a tomar posición, existen los medios de difusión y legales para hacerlo profesionalmente, quien pueda sostener un intercambio dialéctico y por escrito, que lo haga; las grandes culturas democráticas se han forjado gracias a esto, y la nuestra, debería reconsiderarlo si de verdad desea modificar su circunstancia.

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